Bifurcación culebroide
Rancho yanqui. Flecha Rota. Nemesio Cabra compartía vapores marianos y bebida espiritual con un viejo compatriota. Compatriota lejano. En rancho yanqui. Su hogar, la granja, yacía al fondo. Él aseguraba que la puerta distaba cinco pies y dos pulgadas. A Nemesio se le antojaban veinte pies y cinco yardas. Él rió, y aseguró que Nemesio era un hijo de la gran puta. Nemesio le asestó un leve puñetazo en la cara y los dos sonrieron. "Menudo cabrón estás hecho", dijo Nemesio entre dientes. Y a continuación, añadió: "¿Tienes algo nuevo para mí?". El compatriota sacó un iPod, y Nemesio escupió sobre él. "¿Qué haces, tío?", inquirió el compatriota canadiense. "Escupir sobre ese invento del diablo", contestó Nemesio mientras lo lanzaba a la laguna. Y el compatriota canadiense rió a carcajada limpia. "Tío, tienes razón", dijo a Nemesio, golpeándole levemente en el hombro. "Yo también lo odio". "Ya lo sabía", dijo Nemesio, "pero ahora dime qué tienes de nuevo. Sé que lo guardas todo en acetato". "¿Por qué tanto interés?", preguntó el compatriota. "Porque te amo", dijo Nemesio. Y los dos exhalaron más humo y se revolcaron por el prado en base a una risa nerviosa e histriónica irremediable que retorcía los movimientos peristálticos del intestino.
Cinco minutos después de asimilar lo nuevo del compatriota canadiense, Nemesio, con una cámara rudimentaria colgando del pecho y una cajetilla con papel de liar en el bolsillo, le dijo al camarada: "Tío, tengo una idea". Colocó la cámara sobre un trípode y enfocó al compatriota. La granja, al fondo, parecía seguir distando veinte pies y cinco yardas. Lanzó una manzana a su compatriota, ¡una manzana!, colocó unos bufles tras la cámara, dio comienzo a la grabación y asestó un derechazo al compatriota. "Baila", le inquirió. "Baila tú, hijo de la gran puta", replicó él. Y con los primeros toques de baqueta, one, two, three, ambos bailaron. Aunque el resultado sólo muestra lo hecho por el compatriota canadiense. "Soy una estrella del rock. Las ventas han caido. Pero aún te tengo a ti. Gracias. Descárgatelo. Suena como la mierda".
Cinco minutos después de asimilar lo nuevo del compatriota canadiense, Nemesio, con una cámara rudimentaria colgando del pecho y una cajetilla con papel de liar en el bolsillo, le dijo al camarada: "Tío, tengo una idea". Colocó la cámara sobre un trípode y enfocó al compatriota. La granja, al fondo, parecía seguir distando veinte pies y cinco yardas. Lanzó una manzana a su compatriota, ¡una manzana!, colocó unos bufles tras la cámara, dio comienzo a la grabación y asestó un derechazo al compatriota. "Baila", le inquirió. "Baila tú, hijo de la gran puta", replicó él. Y con los primeros toques de baqueta, one, two, three, ambos bailaron. Aunque el resultado sólo muestra lo hecho por el compatriota canadiense. "Soy una estrella del rock. Las ventas han caido. Pero aún te tengo a ti. Gracias. Descárgatelo. Suena como la mierda".
Besotes
Aunque a mi parecer, tambien goza de tintes Homo no sin desprestigiar la narracion.